La cerámica es una forma artística que ha atravesado la historia de la humanidad y cuya fuerza reside
en su dimensión simbólica y en su específica tecnicidad. Dentro de los materiales usualmente utilizados
en la práctica de la cerámica existen categorizaciones y se podría decir que estos se rigen por una
suerte de jerarquización de la materia que la compone. Volquimia es una obra que modifica los
preceptos del arte cerámico porque ésta se alimenta con irreverencia de materia nueva, de elementos
plurales, tierras mixtas y de propiedades diferentes, de diversos orígenes, espacios y tiempos, de
manera renovadora.
Volquimia es un laboratorio donde se juega la conciliación entre materiales de distintos puntos de
fusión con elementos cuya estructura es semejante y disímil a la vez. Con tierras que son piedras, que
son arenas, polvo, barro, pastas… Tierras de colores, temperaturas, volúmenes, olores, texturas,
sabores desiguales y versátiles. Materia que surge del calor del volcán, polvo de estrella, testimonio de
la historia planetaria y que sometida a otras temperaturas, altas temperaturas, adquiere nueva vida, se
altera, se transforma y da nacimiento a una nueva historia. Un eterno comenzar.
Volquimia es territorio de experimentación donde la tierra, el agua y el fuego apuestan en la
transformación del resultado de una primera alquimia producida en el corazón del planeta tierra; en el
ojo del volcán, en el mar, en la jungla.
Esta obra explora la materia a través d la fusión de distintas tierras y elementos principalmente
volcánicos. La forma que en ella se dibuja es fundamentalmente radial. La circularidad de sus
representaciones sorprende porque éstas son cíclicas, constantes y llaman al espectador a que este
las mire, las roce, las toque, se las apropie. Cada esfera le susurra que desea ser sentida, abrazada. El
contacto con ellas establece diálogos imperturbables.
Volquimia es una instalación cuya experiencia sensible opera cuando el espectador se transforma en
presencia activa, que no solo mira, sino que se interroga sobre la materia, piensa el cuerpo, imagina el
calor… percibiendo la universalidad de los elementos como quién palpa un volcán. A través de nuevos
lenguajes escultóricos, se introducen nuevas experiencias estéticas, técnicas y sensibles.
Esta instalación, procura edificar puentes entre distintos elementos que funcionan como la alegoría de
la heterogeneidad, de la belleza de lo diverso, que cuando se confronta, se asemeja, se fusiona genera
nuevos rostros, nuevas fuerzas.